Viajé a Tailandia como voluntaria para una ONG, con la idea de irme para mis vacaciones en septiembre, pasar voluntariando un mes, y como sabía que sentiría no haber
tenido vacaciones si volviera a España sin haber turisteado un poco en todo el mes, pues decidí alargar la posibilidad de quedarme un ratito más... así que el billete de vuelta en diciembre me
permitía poder volver en cualquier momento que no me gustara el asunto, pero mientras me fuera más o menos bien, me quedaría. Y luego volvería para seguir el segundo año del máster en
enero.
En la primera semana ya quería irme: los campesinos de la jungla menos turística de Tailandia solo podían ser ayudados si los gobiernos dejaban de expropiarles las tierras y dejarlos tranquilos... y yo no podía cambiar eso... mientras había pagado por voluntariar para que ellos me enseñaran sus costumbres... yo solo aportaba dinero y color... así que varias decepciones, me di cuenta de que esa no era la manera en que quería cooperar. Tenían razón en el máster, no les quise creer... el problema de raíz son las corporaciones, los gobiernos en la sombra... y me lo decían profesores renombrados de la Universidad de Económicas de Barcelona... No podía vencer a los gobiernos, estaban por todos lados fastidiando la felicidad, tranquilidad y seguridad de la gente. Las ONGs solo ponen parches pero no resuelven nada... Así qué utilidad tenía que estuviera yo allí? para seguir pagando? Entonces me di cuenta de algo: tenía que dejar de voluntariar hacia fuera si no sabía cómo podía ayudar.
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Y decidí empezar a voluntariarme a mí misma.
Me quedé en total 2 semanas en ese campo de trabajo. Viajé un mes por Tailandia con mi novio estable de entonces. Cuando él se fue a España, me fui a la India.
Quería haber empezado por Calcuta y ser la nueva Madre Teresa, pero el destino me tenía algo mejor preparado. Me envió directamente a la casa del Dalai Lama.
Esos cursos me cambiaron la vida, me aclararon la mente, proporcionándome mucha luz. Así que tras 4 meses de viaje, decidí no retornar al puesto de trabajo que había abandonado por excedencia. Volví a casa por Navidad, cancelé la cuenta de ahorros para la hipoteca, vendí mi coche y seguí viajando por la India para continuar...
Ahora viajamos un par de veces al año a Barcelona a visitar a la familia y amigos y a servir un poco también.
La sensación de no pertenecer a ningún país y que tu hogar está allá donde te encuentras en esos momentos ha sido algo que he tenido que aprender. Si también te encuentras en ese lugar, este artículo puede ayudarte.
Mágicamente llegó a mi vida la infusión anticancerígena Essiac y dedico parte de mi tiempo y a asesorar a quien la necesita, de forma voluntaria y sin ánimo de lucro, la mayor parte de veces en relación a enfermedades como el cáncer, el VIH, diabetes o fibromialgia. Aunque desde que me encuentro en Israel, mi hermana se encangar de distribuirla.